Meloni, Trump, Milei. Italia, Estados Unidos, Argentina. Países distantes entre sí, unidos por un cierto arraigo común debido a las grandes migraciones de finales del siglo XIX. Tres países que han elegido democráticamente a tres líderes fuertes, que comparten valores y objetivos comunes: por encima de todo, la libertad, en todas sus formas. Empezando por la económica, con ciudadanos que no deben ser considerados súbditos de la fiscalidad del Estado, sino que deben ser considerados potenciales productores, posibles creadores de riqueza, lo que no es una blasfemia. Libertad en el ámbito personal, individual: cada hombre debe ser libre de hacer y pensar lo que quiera. Nadie puede imponer un pensamiento único al otro: en este contexto, las teorías de vigilia, las que crean nuevos géneros a cada minuto y se consideran incuestionables, dogmas, son los mayores enemigos de la libertad de expresión. Una especie de tiranía de nuestro tiempo, una tiranía calmada, legalizada por aquellos que, en nombre de la diversidad, no permiten disentir y objetar que tal vez haya una realidad flagrante, ésta, difícil de desentrañar: la naturaleza ha creado sólo dos sexos. Y la vuelta a los dos sexos impuesta por Donald Trump entre los primeros actos de su presidencia americana, es sólo una toma de conciencia, una señal al mundo de la política, que debe garantizar la justicia y sobre todo no debe caer en provocaciones que corren el riesgo de fragmentar la población y debilitar nuestra sociedad.
Una nueva alianza de naciones libres
El Presidente argentino, Javier Milei, anunció que en esta lucha contra la nada que avanza ha encontrado valiosos aliados. » Se haformadouna alianza internacional de todas aquellas naciones que quieren ser libres«, dijo. Y entre los grandes nombres que menciona están: «El maravilloso Elon Musk, la «feroz» dama italiana, mi querida amiga Giorgia Meloni, Bukele en El Salvador, Orbán en Hungría, Netanyahu en Israel y Donald Trump en Estados Unidos». Se trata, pues, de«una nueva forma de hacer política«, basada en la realidad, en la verdad. Y no es casualidad que, deteniéndonos en los líderes que mencionábamos al principio del artículo, cada uno de ellos esté destinado a dejar el país en mejores condiciones de las que lo encontró. Empezando por Trump, que -está claro- al final de su primera administración ha dejado como legado unos Estados Unidos más fuertes económicamente y más libres que Joe Biden en los últimos cuatro años. Giorgia Meloni llegó al Gobierno al final de la crisis pandémica con una economía desordenada, reducida a polvo por los grandes fracasos del Pentastellati, como la Renta de Ciudadanía, el Superbonus y los bancos de ruedas, y ha restablecido los datos macroeconómicos más importantes (empleo, paro, bolsa, rentas, tasa de pobreza, exportaciones) a niveles récord o al menos anteriores a la quiebra de Lehman Brothers. Resultados extraordinarios obtuvo también Milei en Argentina, que cambió totalmente las características de su país, reconstruyéndolo desde las cenizas dejadas por los socialistas: la inflación pasó del 25% al 2% mensual, la tasa de pobreza cayó por debajo del 40%. Es la vuelta a la realpolitik que Occidente ha ignorado durante demasiado tiempo, perdiéndose en abstracciones e ideologías. El objetivo, pues, es sólo uno:«Hacer a Occidente grande de nuevo«.