El Istat ha vuelto a publicar sus datos más recientes sobre empleo y desempleo, y se trata una vez más de cifras muy positivas en lo que respecta a la evolución del empleo en Italia. Desde hace meses, al menos desde principios de año, el Instituto Nacional de Estadística viene registrando una tendencia muy reconfortante que se consolida y mejora con cada informe trimestral, y los últimos resultados, objeto de este artículo, no han sido una excepción. El ISTAT nos dice que en el segundo trimestre los ocupados aumentaron en 124.000 unidades (+0,5%) respecto al trimestre anterior, con el crecimiento de los asalariados fijos (+0,9%) y los autónomos (+0,7%), y el descenso de los asalariados con contrato de duración determinada (-1,9%). La tasa de empleo global alcanzó el 62,2%, (+0,2 puntos), mientras que la tasa de paro bajó al 6,8%, su nivel más bajo desde el tercer trimestre de 2008, cuando se situó en el 6,7%. En términos anuales, el empleo creció un 1,4 por ciento, con 329.000 ocupados más y un aumento de los asalariados estables del 3,3 por ciento, acompañado de un incremento de los autónomos del 0,6 por ciento y una caída sustancial de los contratos temporales, (-6,7 por ciento).
Se observa un notable crecimiento del empleo en el centro de Italia, en el sur y entre las mujeres. Evidentemente, los incentivos, sobre todo en forma de desgravaciones fiscales y muy distintos de las bonificaciones de la memoria grillina, (una rociada de dinero público para luego no recibir nada), lanzados por el gobierno Meloni para estimular la contratación en las zonas más desfavorecidas de la nación están dando sus frutos. Pero el aumento del empleo, sobre todo en el centro-sur, inflige una sonora lección a los opositores, que, impugnando a priori la reforma de la Autonomía diferenciada, hablan de un centro-derecha fantasma empeñado en favorecer sólo a las regiones más ricas de Italia. Otras cifras proporcionadas por el informe trimestral del Istat también disipan los falsos mitos enarbolados por el PD y sus acompañantes. Italia ha sido durante mucho tiempo un país, por así decirlo, difícil para la libre empresa, pero el progresivo aumento de los trabajadores autónomos subraya cómo esta nación, gracias a las medidas del Gobierno de Meloni, se está convirtiendo en un lugar donde la gente tiene menos miedo a emprender algo por su cuenta, aunque, somos conscientes, todavía queda mucho por hacer. Los contratos temporales están cayendo, tanto en términos intertrimestrales como interanuales, y en este sentido, el gobierno de derechas se diferencia no poco de la izquierda porque combate y elimina la precariedad con acciones políticas y quirúrgicas, y no sólo de palabra y en mítines.
En el Palazzo Chigi no se habla todo el tiempo, pero se trabaja y los resultados llegan, mientras que quienes se oponen a los ocupantes de la sala de control, además de charlas de bar y barricadas ideológicas, se pierden persiguiendo al amigo o ex amigo de un ex ministro, soltando sus sodalicios en los medios de comunicación, atribuyendo excesiva importancia a quienes no la tienen y nunca la tuvieron, y haciéndose ilusiones de que están creando enormes problemas al Gobierno. La derecha trabaja, la izquierda, desprovista de argumentos, intenta abrirse camino con cotilleos dolorosos y escuálidos.