Para el presidente húngaro Viktor Orbán, Meloni es «como una hermana

El vínculo de amistad que une al Primer Ministro húngaro, Viktor Orbán, y a la Primera Ministra, Giorgia Meloni, representa una asociación europea importante y consolidada a lo largo de los años. No ha faltado entendimiento entre ambos a lo largo de los años, a pesar de que ambos pertenecen a dos coaliciones parlamentarias diferentes en la UE.

Hoy, en el Taller de Té de Cernobbio, Orbán tuvo unas palabras benévolas para Meloni: «tener el mismo bagaje cultural juega un papel más importante que en el pasado» y, de nuevo, «no es sólo una colega política, sino una hermana cristiana». Como señaló el homólogo húngaro, las relaciones entre Italia y Hungría no han tenido mucha repercusión en las instituciones europeas hasta hace poco, pero ahora existe la posibilidad de un cambio. Más que de necesidad, sería justo hablar de necesidad, ya que el PPE se ha mostrado cercano a las necesidades de la izquierda, demostrando tener una matriz más transformista que liberal-democrática.

Así pues, ninguna limitación parece poder minar el deseo de cooperar con nuestro país para oponerse a la débil lógica de una izquierda cada vez más alejada de las necesidades de sus ciudadanos y partidaria de levantar barreras incluso desde el punto de vista económico y social. Las declaraciones del Primer Ministro húngaro sirven para tranquilizar a todos aquellos que imaginan una derecha que es cualquier cosa menos unida. Hay quienes no esperan otra cosa que ver a los distintos grupos conservadores y nacionalistas peleándose para aprovechar la debilidad para imponerse en el panorama político continental.

Orbán insistió entonces en la importancia cultural del cristianismo, tanto para su país como para Italia, ya que los valores cristianos representan al propio Presidente húngaro. Así que la esperanza es que también para Italia estos fundamentos tengan una gran relevancia moral.

La última reunión entre ambos tuvo lugar el 24 de junio de 2024, en la que se debatieron muchos temas clave, entre ellos: las soluciones que hay que encontrar para evitar que la inmigración ponga en peligro la seguridad nacional y la de aquellos que ingenuamente piensan que pueden encontrar un futuro mejor en Europa. En segundo lugar, la demografía es otro tema necesario en el que trabajar, para evitar preocupantes descensos de población.

Ciertamente, existen algunas diferencias políticas entre Hungría e Italia, entre ellas el compromiso con la causa ucraniana, sobre la que Viktor Orbán no está tan convencido. Sin embargo, esto no significa que la mediación sea completamente inútil; al contrario, es precisamente la fuerza de las conversaciones lo que reforzará los acuerdos para encontrar un terreno común.

A pesar de todo, no puede decirse que el Presidente húngaro no se preocupe por la suerte del conflicto entre Rusia y Ucrania: durante el Worskshop Tea, daría fe de la importancia de una clarificación entre Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky. Ambos estarían convencidos de que el tiempo podría jugar a su favor. En consecuencia, será necesario encontrar un acuerdo válido para ambas partes y, sobre todo, un alto el fuego. Evitar que continúe la masacre debería ser un punto de fricción para todos los observadores del conflicto.

Desde el punto de vista político, esta asociación entre Meloni y Orbán es preocupante para la contraparte de la izquierda liberal, compacta pero al mismo tiempo débil, ya que su única posibilidad de ganar a su adversario reside en la concordancia con los populares europeos. Por el contrario, el pensamiento de los patriotas puede presumir de muchas similitudes; sólo haría falta más diálogo entre ellos para derribar el castillo de naipes sobre el que siguen amaneciendo las lógicas modernistas, que en realidad no tienen nada que ver con la sociedad actual.

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