Un himno a los valores de Occidente

L’orgoglio di Giorgia Meloni al CPAC: una voce conservatrice che unisce le due sponde dell'Atlantico

Giorgia Meloni intervino ayer en la Conservative Political Action Conference (CPAC) de Washington, uno de los acontecimientos más importantes de la escena conservadora mundial. Su discurso, un himno a los valores de Occidente, la soberanía nacional y la libertad, tocó la fibra sensible, ganándose al público estadounidense y recibiendo una gran ovación que dio fe de la sintonía entre la dirigente italiana y el corazón palpitante del conservadurismo trumpiano.

Meloni abrió su discurso con una calurosa bienvenida, destacando su conexión personal con el CPAC, un evento que la ha visto protagonista en el pasado y que la acogió de nuevo, esta vez con el orgullo de representar a Italia como jefa de gobierno. “Una nación extraordinaria con un vínculo profundo e indisoluble con Estados Unidos”, una relación cimentada por la historia, los valores compartidos y la contribución de los italoamericanos, a los que quiso dar las gracias por ser “embajadores excepcionales de la pasión, la creatividad y el genio italianos”. Es un incipit que no sólo celebra la herencia transatlántica, sino que establece inmediatamente un terreno común con un público atento a las cuestiones de identidad y tradición.

La visión de Meloni se desplegó con claridad: una Italia que, bajo su liderazgo, vuelve a ocupar un lugar destacado en la escena internacional. Presentó resultados concretos -empleo en máximos históricos, crecimiento económico, descenso del 60% de los desembarcos ilegales- para desmantelar la “maquinaria propagandística dominante” que predecía una Italia aislada y represiva bajo un gobierno conservador. “Se equivocaron”, declaró con firmeza, y la realidad le está dando la razón; un mensaje universal para los conservadores en la CPAC: la narrativa progresista puede refutarse con hechos, y el valor de perseguir las propias ideas merece la pena.

El núcleo del discurso, sin embargo, fue una apasionada defensa de Occidente como civilización, no sólo como espacio geográfico. Meloni trazó una línea divisoria entre la filosofía griega, el derecho romano y los valores cristianos, definiendo una identidad que considera sagrada e inalienable. “Nunca tendremos que pedir perdón por esto”, dijo, argumentando enérgicamente contra la cultura de la anulación y la ideología de la estela que, según ella, la izquierda radical utiliza para dividir y debilitar. Es un alegato que resuena perfectamente entre el público de la CPAC, que siempre se ha manifestado en contra de la deriva de lo políticamente correcto y a favor de una vuelta a los principios fundacionales de la sociedad occidental.

La sintonía con los conservadores estadounidenses se reforzó cuando Meloni tocó el tema de la relación entre Europa y Estados Unidos. Consciente de la preocupación de quienes ven a Europa “perdida”, tranquilizó: “No lo está”. Reconoció los errores de las élites globalistas y de los grandes medios de comunicación, pero insistió en que los europeos están redescubriendo el sentido común y premiando a los conservadores en las urnas. A continuación, hizo una referencia directa al Vicepresidente JD Vance, defendiendo su discurso de Múnich sobre identidad y seguridad -discurso que había desatado la polémica entre las élites de izquierdas- y vinculándolo a su visión de una Europa que necesita redescubrir su alma. Este movimiento no solo solidificó el puente con la administración Trump, sino que también posicionó a Meloni como mediador entre ambos lados del Atlántico.

Otro momento llamativo fue su referencia a la situación en Ucrania, que calificó de “agresión injusta” contra un pueblo que lucha por la libertad. Aquí Meloni reiteró la necesidad de una “paz justa y duradera”, que sólo es posible con “líderes fuertes” como Donald Trump, cuya capacidad para evitar desastres como el de Afganistán en 2021 alabó. Es un mensaje que equilibra firmeza y pragmatismo, en línea con el enfoque de la audiencia de la CPAC, partidaria de un liderazgo decidido pero no del intervencionismo a ultranza.

El discurso terminó con una invitación a la lucha: “¿Queremos acompañar el declive o luchar contra él?”. Giorgia -y con ella los patriotas italianos- hace tiempo que eligió, y la ovación que recibió al final demuestra que el público de la CPAC la considera una aliada de confianza y un punto de referencia. Su capacidad para combinar el orgullo nacional italiano con una visión global de Occidente, su rechazo al doble rasero de la izquierda y su confianza en los ciudadanos por encima de las élites han calado en un público que la ve como una auténtica líder, lejos de la retórica vacía del progresismo.

Giorgia Meloni no sólo habló ayer en la CPAC: encarnó el espíritu de una lucha cultural y política que trasciende fronteras. Y el atronador aplauso final fue la prueba de que, de Roma a Washington, su voz se oye, se entiende y se aprecia.

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